23.12.18

Grandes fracasos del mundo de la repostería Vol. 6: Tocando el éxito con la punta de los dedos

Me encanta cocinar, siempre y cuando lo que me traiga entre manos sea salado. Ese estado de paz interior en el que entro cuando cocino, se convierte en ira irrefrenable cuando hago repostería. Por un lado, no me gusta lo dulce así es que ni si quiera puedo evaluar si lo que hago está bien. Es como poner a un daltónico a instalar semáforos. Por otro lado, siempre termino cambiando las recetas y eso es algo que la repostería no permite. La situación siempre es la misma, empiezo con ilusión pensando en lo mucho que le gustará a la persona amada, pero al cabo de media hora me veo en una espiral de caos, en la que la receta se ha ido de madre y las expectativas nada tienen que ver con la realidad, la cocina está llena de harina y no consigo despegarme la masa de las manos. Pesadilla en la cocina.

Dramatización

Concretamente mi hándicap principal históricamente ha sido con las galletitas de formas como atestiguan varias entradas de la etiqueta “Grandes fracasos del mundo de la repostería”. Pero hace poco, navegando por Youtube encontré un vídeo de Marielly, una repostera muy pro con un problema de adicción a los cortadores de galletas, que me dijo que si seguía sus truquis tendría unas galletas PERFECTAS. Ella es una mujer ambiciosa que no sólo se contenta con que sus galletas no parezcan abortos, su meta es que las galletas sean tan perfectas que se puedan apilar en torres. Claramente jugamos en ligas distintas. 


Tras ver su vídeo me di cuenta de que alguien tan simpática y que hablaba con unos ukeleles de fondo, no podía estar mintiéndome, así es que decidí llevar a cabo todos los secretos que me había confiado y, por enésima, vez probé a hacer galletitas para mi familia esta Navidad y para regalarle a mi crush por su cumpleaños. Esta vez, el fantasma de Eva Arguiñano (que aún vive, pero no importa) quiso que mis galletitas de motivos navideños no se convirtieran en magma al meterlas al horno y que no estuvieran tan duras que te saltases los empastes. Por fin había triunfado, pero si algo me enseñó Marielly es que en la vida hay que tener ambición, por eso decidí dar un paso más, me sentía borracha de éxito, empoderada, así es que decidí hacer glaseado para decorarlas. Algo que recomendaban en las recetas es disponer de una manga pastelera con una boquilla muy fina, pero, como siempre, pensé que aunque mi boquilla no era fina, no pasaría nada por no seguir todos los consejos de la receta al pie de la letra. ¡Error! Para que no fuera una catástrofe tuve que hacer más espeso el glaseado y terminó por convertirse en una especie de chicle que recubría las galletas. El segundo problema vino de la mano del colorante. En las instrucciones me decía que para hacer el verde para mis arbolitos tenía que mezclar 4 gotas de amarillo con 3 de azul en un litro de mi glaseado. El litro no era tal, era medio vaso, pero ni así el cogía color. Sólo un verde palidísimo. “Pues le echo más” y seguía siendo pálido. “Pues más”. Todo esto ya sospechando que tanto colorante tenía que dar cáncer, teniendo en cuenta la dilución recomendada por el fabricante. Pero leyendo con más detalle el reverso del colorante vi un asterisco y leí:


Así es que, en base a que mis Pinchis se iban a quedar faltos y a que me estaba quedando todo como el culo, decidí abortar misión. Pero al menos iba a intentar arreglar las que ya había decorado y para ello me ayudé de un palillo, tal y como internet me recomendó. 

Bueno, pues no sé cómo llegados a un punto todo terminó así. 

Debajo de los palillos está el glaseado que estaba usando
Y es que yo no sé cómo lo hago, pero todas mis recetas reposteras acaban conmigo jurándome que no volveré a hacerlo. Si hay algo que he aprendido este mes en el que internet me va a pedos y he jugado un montón al dinosauriete, es que, no importa lo mucho que te esfuerces, es cuestión de tiempo terminar fracasando. 



La culpa de todo esto es de las películas americanas, que te hacen creer que unas navidades con polvorones del Consum no son chic y que necesitas unas galletas glaseadas para poder ser feliz. 

Os dejo esta foto para que veáis lo cerca del éxito que me quedé.

Las estrellas ninja creo que son copos de nieve
PROSTATA: No compréis colorantes Vahiné (vahina), aunque creo que los cabrones tienen el monopolio en los supermercados españoles.

2 comentarios :

NeoJin dijo...

Pero seguro que has conquistado a tu crush.

conejito zombi dijo...

¡Ay, ojalá!