Casada con un pizzaiolo
Desde hace unos meses NeoJín ha caído en las garras de una obsesión: ⭐la creación de la pizza perfecta⭐. Yo, por supuesto, no quiero truncar sus sueños, faltaría más.
Todo empezó al venirnos a vivir a Úbeda, justo encima de una pizzería que emana deliciosos vapores que se cuelan por la rejilla de ventilación de nuestro baño y embriagan toda la casa, causándonos antojo de pizza 2 veces al día -¿Llegará a la pizzería el olor de nuestro baño?-. Además, NeoJín quedó marcado por un duro pasado sin horno que le provocó severas secuelas que se están manifestando en este hogar provisto de horno. Esto lo llevó a documentarse sobre cómo perfeccionar este arte culinario. Ahora se pasa los días habándome de técnicas que escapan a mi entendimiento, como "la bofetada napolitana”, "la
gasificación de la masa" o "el leopardado". Tiene una extraña y compleja fórmula donde las variables son la
humedad, los gramos de harina y levadura, la temperatura... Sigue al pie de la letra todo lo que le dice el canal de Gluten Morguen y, por si esto fuera poco, antes de hornearlas, realiza un extraño ritual vudú que consiste en soplarle a la pizza por
debajo. Yo finjo que todo me parece normal.
Sin embargo, a pesar de mi escepticismo inicial, debo reconocer que ha habido una clara evolución en la
calidad de las pizzas. Crujientes por fuera,
esponjosas por dentro, con un borde delicadamente inflado (la gasificación
parece que era la clave). Incluso he fomentado esta adicción regalándole una
pala para meter y sacar las pizzas del horno y una piedra volcánica, que garantiza el auténtico
sabor a horno de piedra.
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Tiembla Marquinetti |
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