Misión Euskadi. Capítulo 1: San Sebastián

Esta vez la cosa era gorda, el examen lo hacía en Baracaldo así es que una semana después de ver la desértica Almería fuimos al frondoso País Vasco. No tengo palabras para contar lo chulo que es el País Vasco ni lo bien que me lo pasé. El mejor viaje de mi vida, nuestra luna de txakolí.

Había que hacer las cosas bien, yo no quería ir haciendo el ridículo con unos nombres tan poco vascos, así es que NeoJín pasó a llamarse Patxi y yo Izaskun, aunque él nunca me llamó por mi nombre vasco pese a mi insistencia. Me hacía mucha ilusión, yo había ido a vivir la experiencia vasca a tope.

A la ida tuvimos que elegir entre pasar por Olite o por Borja a ver el Ecce Omo y bueno, Olite tiene un palacio real muy bonito pero...


No, es broma, sigue en nuestra wish list.

Al final paramos en Olite y en el acueducto de Noáin. Tanto el palacio de Olite como el acueducto nos causaron un gran impacto TV. Para empezar es que yo siento atracción por las cosas enormes y descomunales (véanse los Monster Truck) y ambos monumentos cumplían ese requisito.

Descaradamente robada de internet, pero es que ninguna le hacía justicia. Si es que no cabía.

Tampoco cabía, pero al menos ésta es de Patxi.
Y esta de Izaskun

Si tenéis curiosidad, buscadlo en el satélite de Google Maps, porque impresiona hasta por ahí. Mide 1 km de largo.

Poco después de Pamplona todo cambió, de repente las nubes llovían mientras le rascaban la cabeza a las altas montañas verdes salpicadas con vacas: habíamos entrado en nuestro anhelado destino.


Para que os hagáis una idea de lo emocionados que íbamos, cuando estábamos en este punto, que ni habíamos llegado a San Sebastián, Patxi ya había superado las 600 fotos.

Quizá la culpa la tuvieron fotos como ésta

La llegada la recuerdo de lo más feliz del viaje porque en aquel momento estaba entrando a Albacete nuestro principal enemigo: el calor. Fue lo opuesto a lo que le pasó al llegar Dani Rovira en Ocho apellidos vascos (sí, he visto esa terrible película y además por voluntad propia. La elegí porque varias señoras del hospital decían que habían mojado la Tena Lady de la risa y pensé que era una apuesta segura).

Tras 8 horas de viaje llegamos a la casa de nuestros anfitriones en San Sebastián, una pareja de jubilados muy bonicos que parecían nuestros padres, por lo que los llamábamos en secreto "los aitatxus", bueno, Patxi al principio no se acordaba del nombre y los llamaba mamarratxu y paparratxu.... y cualquier cosa que le viniera a la cabeza que acabara en -txu, como Pikatxu. Eran superentrañables y, aiba, la hostia, no se podía ser más vasco que nuestro aita, que casi me arranca la mano al dármela. Que si esos señores eran nuestros aitas, Patxi e Izaskun eran los Serrano y tal vez todo fue un sueño del Lehendakari.




A pesar de que Arguiñano habla del surf a veces, yo no era verdaderamente consciente de la cultura surfera que hay en España, como en la estepa manchega no he visto a ningún surfista, pensaba que eso era más cosa de Estados Unidos y Australia. Ahora que también os digo, en la playa siempre se ponían decenas de surfistas dentro del agua mirando mar a dentro y sólo 1 ó 2 hacían surf. Tengo la teoría de que ser surfista consiste más que en surfear, en vestirse de neopreno y saludar con los cuernitos para ligar más.

Nos enamoramos de San Sebastián, qué ciudad más bonita (y cara). ¡Qué casutos! La gente maneja cuartos que no veas.

Brutal el parque Kristina Enea. Lo teníamos al lado de anca los aitás y teníamos que atravesarlo para ir a cualquier lado. En él resonaban chillidos de dinosaurio entre los helechos. Parecía Parque Jurásico.


Esos gritos eran de pavos reales. Y es que ahí había de todo: cisnes, tortugas, patos, secuoyas y, según Patxi, que hizo las veces de guía donostiarra, había también ciervos. Tras echar en falta a estos últimos buscamos en internet y al parecer eran ciervos... volantes.

Os digo que este viaje ha sido mágico. En una de nuestras travesías por el Kristina Enea un pavo real nos abrió la cola. ¿Querría aparearse con nosotros? Creo que está claro que sí


(Sólo tengo cuentas en internet en sitios que no usa nadie)

En otro momento, oímos los gritos de dinosaurio a nuestro lado y no encontrábamos al pavo que los emitía hasta que nos dimos cuenta de que semejante bigardo estaba sobre nuestras cabezas encaramado en las ramas de un árbol.



¡¿Esos monstruos enormes vuelan?! No daba crédito. Son el puto ave fénix. Si en Almería pensamos que los flamencos eran una raza de aliens en San Sebastián descubrimos que los pavos reales son el alienígena definitivo. Estoy segura de que no nos exterminan por pura pereza.

Otro sitio por el que teníamos que pasar todos los días estaba junto al parque y era otro lugar mágico: la Tabakalera. No teníamos que entrar necesariamente, pero ese lugar era una aventura cada día, por lo que entrábamos siempre. No sé ni cómo explicar lo que es, así es que he tenido que buscar en internet. Al parecer es un centro internacional de cultura contemporánea que tiene salas de exposición, de cine, conciertos y confererencias; espacios creadores (ojo cuidao) para profesionalizar el arte y la cultura con recursos, asesoramiento... a tu disposición; laboratorios de cultura digital y teconología; una biblioteca para aprender, pero en la que también te ayudan a crear contenido. No sé, eso era una cosa muy tocha. Pensábamos que sería una biblioteca, pero cada piso que subíamos era mejor que el anterior. "Mira, aquí se puede jugar al pimpon", "Mira, en esta biblioteca te puedes sacar el vinilo con la banda sonora del Streets of rages", "Aibá, aquí hay un señor dando un concierto de piano", "Mira, un sitio para que jueguen los niños", "En esa mesa hay gente haciendo Art Attack con un monitor", "Mira, videoconsolas para jugar", "En esas casetas de madera la gente queda para hacer trabajos en grupo", "Oh, ésta es la sala del silencio, es una sala tan chula como las demás pero en vez de 10 dB hay 0". Y mucho más... Sofás con teles enormes donde la gente iba y se ponía DVDs, un set de rodaje con un croma, instrumentos...



Cada cosa que veíamos nos hacía flipar más, pero creo que el momento álgido fue cuando un muchacho se nos acercó al vernos ojear los videojuegos y nos dijo que podíamos jugarlos ahí, llevárnoslos a casa o incluso podían enseñarnos a programar nuestro propio videojuego mientras que señalaba un sitio donde había dos niños haciendo robots con un señor que iba vestido como él. ¿Pero dónde cojones estábamos? ¿En las oficinas de Google? Era todo demasiado guay, tanta creatividad, reflexión, debate y respeto mutuo llegaba a perturbarme. En Albacete sólo puedes oir música, ver películas y jugar a videojuegos fuera de casa en el MediaMarkt. Todo culminaba en el último piso donde había una terraza con unas vistas muy chulas.


El parque y la Tabakalera fueron las dos primeras cosas que vimos, así es que nos quedamos ojipláticos.

Los pavos con inquietudes también son admitidos en la Tabakalera
Pero es que ahora acabo de ver la agenda de actividades y sólo en el día de hoy hay mil cosas:

Durante todo el día: Biblioteca en el parque
10:30: Taller de videojuegos sobre el papel: diseña tu propio nivel
11:00: Taller de rincones de tecnología DIY para familias
11:00: Taller Pasa la mañana con amigos en el parque

 y así....

El monte Urgull es como La Comarca con vistas a la Concha (de tu madre) y bueno, con vistas a todo, practicamente.

Cementerio de los ingleses

Playas de la Concha y Ondarreta, isla de Santa Clara y monte Igueldo

Catedral del Buen Pastor

En esa calle que iba camino de la catedral un abuelito nos dijo si por favor podíamos enderezarle la torre de la iglesia. No entendimos hasta que nos enseñó la pantalla de su móvil. Al parecer no le quedaba recta en las fotos. Con gran esmero le retratamos la aguja todo lo recto que pudimos y se la dimos. Nos preguntó algunas cosas sobre cómo ver la galería y nos contó que se lo habían regalado el día anterior. Se puso a enseñarnos las fotos de la galería. Nos enseña una abuelita "Esta es mi esposa" "Ah qué bien", un salón "Este es mi salón" "Muy acogedor", una foto de una foto de una joven enseñando cacho posando así muy ofrecida "Esta es mi nieta" "Pues muy guapa, oye". Yo la verdad es que pensaba que era una foto de una moza de buen ver que le gustó y le hizo una foto, pero no sonó muy fingido lo de que era su nieta. Siempre quedará la duda.

En la falda del Urgull estábamos sitting on the dock of the bay watching the tide roll away cuando vimos que se acercaba por el carril bici un muchacho montado en un monopatín en una pose un tanto peculiar.



La verdad es que nos estuvo bien por bacines, pero quisimos creer que había sido un efecto óptico y que su pierna nos había parecido un huevo colgandero. Más adelante nos sentamos a admirar la isla de Santa Clara...


...y quiso el azar que ese mismo zagal, acompañado de un amigo percusionista, se pusiera a nuestro lado. Mientras que el amigo tocaba, él hacía una perturbadora danza/ritual/performance. Así pues, llegamos a la conclusión de que su personalidad respaldaba la teoría de que iba en esa extraña pose enseñando la huevada a todo el paseo con premeditación. Así fue como pasó a ser llamado El Pelotari. No sé por qué en todos mis viajes veo desnudos ni por qué me hacen tanta gracia.

Otro sitio de alto impacto fue el parque Aiete. "Parque"... Nada más llegar, la casa del tío Phil ahí en el "parque".


Damos la vuelta a la mansión y había un jardín con sus magnolios to bonicos en flor con un estanque con sus cisnes, patos y patetes bebé, tortugas y ranas que no paraban de croar.

Pa mí que eso es bambú

Empezamos a bajar una cuesta y de repente estábamos en un bosque y de que nos dimos cuenta en una gruta con estalactitas.


Todo normal.

Por si todo esto no fuera suficiente: El peine del viento.



Que aunque aparentemente el mar estaba en calma, no sé qué ocurría ahí que de vez en cuando rompían unas olas que al pardillo que le pillaba mirando las esculturas lo calaba. Pero más ridículo era ponerse encima de los géiseres donde con las olas grandes salían chorracos de aire y que en una de ésas, la ola fuera más grande de lo esperado, se te levantara la camiseta hasta el cuello y saliera agua. Y es que el factor sorpresa es la magia del squirting. Sólo por ver a los turistas ante ese panorama ya merece la pena echar ahí la tarde.

Turista paleta en el despeine del viento
La Concha





El palacio de Miramar


Y sus vistas

Y creo que voy a parar ya. Quien haya estado sabe que me dejo muchas cosas por poner, pero es que esto puede tornar infinito.

Continuará... (Si no me da pereza y me rajo) que no olvidemos que el examen era en Baracaldo y era el motivo del viaje.


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