Proyecto horticultura: Día... treinta y algo

Vengo a contaros un hecho maravilloso que ha ocurrido en mi pequeño huerto. Es un increíble caso de mutación. Darwin, el padre de los X-Men, sé que se emocionaría al ver esto.

Entre los brotes de cebollino ha aparecido un brote diferente, con dos hojas bien definidas como las del sujeto 1 (la albahaca). Es como si la confusa noche en la que las planté una semilla de albahaca se hubiera mezclado con las de cebollino. Pero eso sabemos todos que es completamente imposible porque algo así no puede pasarme a mí, una persona tan cuidadosa y centrada en lo que hace.

Otra novedad en el reino vegetal ha venido de la mano de mi madre:

Mamá conejo zombi: -He hecho una cosa... que no sé yo.
conejito zombi: -Cuente, madre.
M: -Es que he oído que el café es fungicida así es que le he echado a tus plantas.
c:-¡¿QUÉ?!

¡¡Mi madre siempre trata de sabotear mis proyectos de ciencias!! Ella tiene sus propios sujetos de pruebas, ¡que experimente con ellos! para eso le regalo plantas en las fechas señaladas. Lo gracioso es que sólo le ha echado a las mías, a las suyas no y es que encima no entiendo para qué, ¡si mis plantas no tienen hongos! (salvo la del pie).

Así es que ahora estudiaré una nueva variante: ¿Cómo afecta el café a las plantas? Espero que no las altere, que con el problema de abuso de sustancias de Aranchita ya tuve bastante. He buscado en Google y lo que he encontrado es que se puede echar los posos, y no muchos para no cambiar la acidez, pero no hablan de echarles un café por encima como ha hecho mi madre.

¡¿Íñigo, qué hago?!

Ay, perdona, es que os confundo. 

¡¿ÍÑIGO, DÓNDE ESTÁS CUANDO SE TE NECESITA?!