Feliz octubre

Ya he acabado mi misión estival y vuelvo a engrosar las listas del paro hasta la próxima. En julio me llamaron de muchos sitios para trabajar los tres meses de verano, pero como en Alicante me ofrecieron algo primero y mejor, tuve que rechazar los otros contratos. Ahora, para ver que no les mentía y que no me sancionen durante más de un año sin llamarme (o toda la eternidad, según la comunidad autónoma), tengo que mandarles un papel (en algunos casos dos e incluso tres) que certifica que he estado trabajando todo este tiempo y, así pues, me pondrán de nuevo como que estoy disponible para trabajar. Como sabéis, vivimos en la era telemática y mandar un documento ya no es lo mismo que era, por eso ¿a que no sabéis con qué medio de comunicación tengo que hacerles llegar ese papel? ¡¡POR FAX!! Sí, amigos, el fax, ese aparato doméstico tan puntero sin el cual ningún hogar podría pasar. Algo imprescindible de uso diario. No sé vosotros, pero a mí me quitan el fax y no soy persona, me paso el día mirándolo a ver si me han mandado algo. Les he preguntado en todas las bolsas de trabajo si, por favor, puedo mandárselos por email (porque es que mando un montón al año) y la respuesta siempre es tajante "Sólo se puede por fax". Hasta hace unos meses hacía estas gestiones con una máquina de fax de dimensiones descomunales que había en mi casa, adquirida el siglo pasado por  mi padre en circunstancias que no alcanzo a entender. Pero hace unos meses el aparato, de una marca ya extinta, murió y tuve que hacer estos trámites en locutorios y papelerías en los que como poco me clavan 60 céntimos por hoja y si tengo que mandar varios a mil números distintos, llamar para asegurarme de que les ha llegado y todo lo que conlleva al final mi locutorio de confianza me va a mandar a la mierda porque no puede perder una mañana en eso y además me van a sablar. En conclusión, esta  mañana de octubre de 2015 he tenido que ir a comprarme un fax. Son caros que te cagas, incluso los de segunda mano son bastante elevados de precio para mi gusto, pero al final en una tienda de segunda mano he encontrado uno por el módico precio de 15 euros.

Podría abrir una línea de debate de por qué a veces nos aferramos con uñas y dientes a cosas obsoletas e incómodas, como esta gente al fax o mi padre al Teletexto, pero, si os digo la verdad, más que disuadiros lo que quiero es persuadiros de que os compréis un fax para tener a alguien a quien mandar dibujos de cipotes y mensajitos de amor a altas horas de la madrugada para que al día siguiente se los encuentre junto a su fax. ¿No me digáis que no sería una de esas retro modas que molaría? Podríamos hacer un grupo de fax incluso.

Música para vuestros oídos