El síndrome de París

Como buena fan de la Muy Interesante (de la digital, que no está la vida como para ir gastándose 3'20 euros al mes en revistas) estaba yo ávida de sabiduría leyéndola el otro día cuando me topé con el Síndrome de París. Como explica la Muy Interesante:

Una docena de turistas japoneses al año tienen que ser repatriados de la capital francesa después de ser víctimas del "síndrome de París". Se trata de un trastorno identificado hace veinte años por el psiquiatra Hiroaki Ota que aparece cuando un nipón que viaja a la capital francesa observa fuertes contrastes entre sus expectativas y la realidad parisina y sufre una crisis nerviosa.

Los educados turistas japoneses que llegan a la ciudad son incapaces de separar la visión idealizada de la ciudad creada a partir de películas como Amélie, de la realidad de una moderna y bulliciosa metrópolis y del rudo carácter de los franceses, a veces bastante groseros.

La embajada japonesa tiene una línea telefónica disponible las 24 horas para los turistas que padezcan de este severo "shock cultural" y pueden ofrecerles tratamiento hospitalario de emergencia si es necesario.

Al parecer los síntomas pueden incluir hasta alucinaciones, paranoia, taquicardia, suicidios... La Wikipedia culpa a las revistas de  viajes japonesas, que describen a París como una ciudad donde la gente que pasea por las calles lucen como modelos y la mayoría de las mujeres llevan ropa de alta costura. Seguro que los franceses de rudo caracter les dicen a los japoneses "olalá, pegdóname por seg feo y llevag chandal". Al parecer una de las principales cosas que no consiguen encajar es que haya elementos "no artísticos" como vigilantes en los museos, barrenderos por las calles... No sé, supongo que hay que ser japonés para entenderlo.

Yo la verdad es que no creo que la culpa la tengan sólo las revistas japonesas. La imagen de París incluso en Europa es así, no hay más que ver Amélie, Ratatouille, Midnight in Paris... A mí me encantó la ciudad pero yo creo que en cierto modo todos sufrimos al menos una sensible desilusión. Yo me imaginaba en el Louvre una habitación en la que ver tranquilamente la Gioconda y cuando llegué sólo vi un tumulto de gente fotografiando una especie de cromo que había detrás de un cristal blindado de cinco centímetros. Si os soy sincera disfruté más del cuadro en las postales de la tienda de souvenirs. Pero supongo que yo como española estoy más acostumbrada a la desilusión y a la mala educación y por eso no me dio ninguna crisis. Me comí unos cuantos cruasanes después de ver el Louvre y se me pasó. Y aunque no viera la ciudad con filtros efectistas ni en gran angular y hubiera barrenderos, mendigos y contaminación, París me encantó y espero volver algún día. También sospecho que el síndrome de París se podrá extrapolar a otras ciudades. Mi contacto en el país nipón me contó que él pensaba que en Inglaterra todos llevaban traje y para estar a la altura se trajo una pajarita en su maleta. Para mí la desilusión con respecto a los ingleses fue la supuesta buena educación. Hay cosas en las que sí que demuestran que tienen buenos modales, pero hay otras que chocan completamente con lo que yo entiendo por buena educación. Del mismo modo pasará con España. La gente se pensará que las ciudades están llenas de casitas blancas junto al mar y que nos pasamos el día de fiesta bebiendo sangría, comiendo paella mientras damos palmas bailando sevillanas y viendo los toros (¡olé, olé!). Luego la gente que cree eso termina en Albacete de ayudante de conversación en un instituto y tenemos el síndrome de España. Seguro que no está acuñado, ya estoy tardando en hacerlo antes de que se me adelante otro.

Para concluir sólo os digo que si os topáis en vuestro camino con un japonés haciendo turismo sed amables, no le gritéis y no lo estaféis, por Dios. Los pobres no están acostumbrados y son muy sensibles a estas cosas.