Proyecto horticultura (la cultura del orto): día 0

No sé por qué pongo el número de días porque luego me arrepiento cuando tengo que ponerme a contar los días que llevo.

Bienvenidos a vuestro blog de horticultura favorito patrocinado por el hombre con coleta que daba los consejos de jardinería en Bricomania:

Hoy me he embarcado en el Proyecto Horticultura que básicamente consiste en ver crecer unas plantas que he plantado. Ya, ya sé que después de una planta carnívora y un bonsai muertos ha quedado claro que no tengo precisamente un don cuidando plantas pero me hacía ilusión.

Todo empezó cuando en una de mis visitas al Lidl (lugar donde voy una vez al año a comprar frikadas y chocolate) encontré semillas de plantas en la peligrosa zona de las inmediaciones de la caja. Así pues, terminé comprando semillas de perejil, albahaca y cebollino con el fin de que algún día puedan abastecerme y no tener que estar comprando.

 

Pero el destino no estaba de mi parte. El otro día fui a comprar macetas a un chino de desconfianza (porque mi chino de confianza es el Casa Lin, al cual nunca tuve que haber sido infiel). El destino me mandaba indirectas para que me fuera a mi casa sin las macetas, las cuales se ubicaban en lo alto de una estantería y no llegaba a cogerlas,  por  lo que tuve que pedírselas al dependiente que estaba hablando por teléfono. Me daba vergüenza interrumpirlo pero al ver que no colgaba ya le dije que si me podía bajar unas macetas a lo cual contestó que sí mientras seguía hablando. Pasaron unos 2 minutos y el chino seguía hablando y yo empezaba a desesperarme. Pasaron otros 2 y yo ya me prometía a mí misma que si pasaban otros 2 me iba pero no lo hice ¡y es que quería comprar también unas pegatinas superchulas!. Entonces le repetí lo de las macetas y en otro par de minutos o así colgó y me preguntó que qué maletas quería (otra señal del destino, tenía que haber comprado maletas y no macetas). Le dije que eran macetas y dónde estaban. No sé si sois aficionados a las tiendas de chinos pero si no, os digo ya que las estanterías no son una obra de ingeniería. A pesar de eso el incauto chino se puso a trepar por ellas mientras se movían zigzagueantes a ambos lados y yo temía por la vida del chino y de las decenas de macetas que ahí tenía. Se debió de dar cuenta de que iba a morir inminentemente así es que fue a por una silla para coger las ansiadas macetas. Pago, me las mete en una bolsa, salgo, doy 3 pasos fuera de la tienda, la bolsa se rompe y las macetas se desintegraron en 1000 trozos. Levanto la vista y veo a todo el mundo mirándome. Así es que recogí los trozos con mucha dignidad y me fui corriendo a mi casa a llorar.

A todo esto yo hacía esta entrada para hablar de la cría de plantas pero como soy experta en enrollarme os he contado la historia del chino de propina.

Todos sabemos lo inevitable: en el supuesto caso de que las plantas broten van a durar con vida poco tiempo pero yo lo voy a intentar. Por lo pronto ya las he plantado como Dios me ha dado a entender porque las instrucciones no me terminaban de cuadrar. Pero es que ni si quiera sé dónde he plantado cada una porque estaba yo afanosa plantándolas y poniendo el sobre de las semillas encima de cada una para localizarlas antes de proceder al confeccionado de los carteles con los nombres cual jardín botánico y en un momento de retraso mental transitorio he quitado los sobres de encima, así es que hasta que no crezcan no sabré qué es lo que he plantado. Estoy ya acostumbrada a sembrar el caos (chiste de jardinera). Pero bueno, seguro que al hombre de la coleta o a Mendel también les pasó la primera vez que plantaron algo. Ojalá termine como Mendel creando plantas mutantes que tengan que ser destruídas porque intentan hacerse con la soberanía del planeta. Bueno, no estoy segura de que la historia fuera así porque cuando no recuerdo las cosas a veces me las invento un poco y al final me las creo.

¡Pues eso, que si algún día brota algo os lo cuento!

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