Viaje Madrid-Salamanca

He vuelto después de un viaje superchulo a Madrid y Salamanca que no querría que hubiera acabado. Todo perfecto y maravilloso. 800 fotos en mi cámara pero al llegar a mi casa... las fotos han desaparecido ;____; Mis foootos, mis valiosas foootos. La catedral nueva de Salamanca, la puesta de sol con la ciudad reflejándose en el Tormes, la estatua en la que quedamos con B., las comidas que nos cocinó Thanatos, las tortuguitas de Atocha y un millón más que no quiero ni recordar con un valor emocional incalculable para mí. Me ha sentado como una patada en el peroné. No sé qué diantres le pasa a mi cámara o a mi tarjeta pero últimamente hace cosas muy raras. Ayer, mientras que tuve otra aparición de Dios en el cielo (una de esas nubes arco iris que no sé por qué siempre veo) fui a hacerle una foto y mi cámara me dijo algo así como "No se pueden grabar los datos en la cámara". La apagué, la encendí y siguió haciendo fotos como si nada. Pero no sé qué cojones le pasó al fotografiar a Dios que se ve que no pudo soportar tal grado de misticismo y se colapsó. El resultado: 800 fotos desaparecidas y 6 fotos bastante absurdas en la cámara como ésta:

Eh, qué bien. Éste va a ser practicamente el único recuerdo digital de este viaje. ¡Qué preciosidad! ¡Qué maravilla! Vamos, se merece como mínimo un poco de procesamiento.

Así mucho mejor ¡Oh, sí! ¡Qué belleza! ¡Qué metáfora de la vida! ¡Qué resumen más bueno de mi viaje!

Me río por no llorar. Se ve que la tarjeta se ha desconfigurado o algo porque aparecen, además de las carpetas que aparecen siempre, varias carpetas con nombres imposibles tales como ^[┼Ï£ËjÙ.¥yà en las cuales no puedo entrar. Esta tarde se la llevaré al geek que siempre me salva la vida pero no me ha dado muchas esperanzas. Menos mal que Thanatos se grabó las de Madrid, aunque seguro que ha borrado las que no le gustaban que probablemente serán las que más me gusten a mí.

Encima a penas escribí nada del viaje en el cuaderno de Pitágoras (en mi casa se dice así), tendré que hacerlo ahora antes de que se me olviden las cosas, aunque me voy a dejar muchas cosas olvidadas.

Los 2 primeros días fuimos a Madrid NeoJín y yo, donde fuimos acogidos en los senos de Thanatos, que nos dio de comer (*______*), nos dio cobijo, nos puso música y nos hizo de guía turístico. Es un señor respetable que vive en una bonita casa junto con el ornitorrinco Sebas, con el que tiene una relación de respeto mutuo. Conocí a B. *___* que es una persona pequeñica y simpática que es acompañada ocasionalmente de maullidos de gato procedentes de su bolsillo y que tuvo la delicadeza de no escupirnos al vernos, de hablarnos y de hacernos también de guía turística.

Cuando voy a las ciudades grandes en el metro con mi bocadillo de jamón en el bolso me quedo fascinada mirando a la gente pensando "eso en mi pueblo no podrías llevarlo sin que te miraran/pegaran" e imagino las posibles vidas de los variopintos viajeros. No sé por qué tengo la sensación de que la gente en las ciudades grandes tienen una vida informatizada. Pienso que allí el que más y el que menos tiene su ebook y su iPhone desde el que Twittear su vida cuando van en el metro y con el que hablar con auriculares con sus amigos multiétnicos o con sus asesores personales acerca de la bolsa . Para mí los madrileños son como poco cyborgs. Y eso que conozco a gente de Madrid y sé que no, que estuve en Milán y que Albacete no es una aldea sin agua corriente, pero son de esas cosas muy arraigadas desde mi infancia que creo que nunca desaparecerán. Paco Martínez Soria me entendía bien.

Luego NeoJín y yo partimos a Salamanca, un lugar mágico en el que cada vez que das un paso te encuentras un monumento enorme y chulísimo que a lo mejor es una iglesia sin mucha importancia que ni figura en el mapa. Otra concepción que tengo de los estudiantes Salamantinos es que son gente con gafas estudiosa y culta, futuros premios nobeles que llevan sudaderas de su universidad con orgullo y que hacen su vida en sitios como Howards llenos de magia, historia y sabiduría. Yo quiero estudiar allí e ir a la biblioteca que hay dentro de La Casa de las conchas (de tu madre) y a la catedral todas las semanas. Es irónico que no creyendo en Dios me guste frecuentar las catedrales y las iglesias. La gente se pensará que estoy ahí dentro sentada rezando.

Y como no tengo fotos no se me ocurre nada más que contar salvo que vayáis a Salamanca que está mu bonico de ver.