Sola en casa

Estaba yo sola en casa tan tranquila viendo Phineas y Ferb a escasos centímetros de la tele (porque no llevaba las gafas) mientras comía unos sabrosos Piccolinis cuando veo algo moverse por el rabillo del ojo. Me giro con terror y veo algo enano en el suelo que no sabría identificar debido a mi miopía. Corría entre las sombras a una velocidad de escándalo. Me he armado de una botella de agua pero no sé bien para qué porque me he limitado a chillar, llorar y correr pensando que era una cucaracha (el único ser de la creación que me puede provocar una reacción así). ¡¿Por qué siempre que me pasan estas cosas no hay nadie para defenderme?! He bajado esta vez con gafas para hacerle frente al ser porque me es imposible la idea de dormir y vivir en la misma casa en la que tengo la certeza de que hay una cucaracha con vida, aunque mis posibilidades ante ellas son escasas porque el pánico me puede, me tiemblan las extremidades y a penas puedo hacer algo que no sea chillar. Afortunadamente el bicho en cuestión era una lagartija pequeñica, más bonica que todas las cosas. He intentado cazarla sin mucho éxito y he terminado por perderla así es que por ahí andará, pero la locura cucarachil ya no se me ha ido. No paro de sobresaltarme al sentir cualquier cosa rozarme o moverse. ¡Odio a esos bichos a muerte!

El verano pasado fue Batman y este la lagartija. Espero no encontrar más sorpresas, ¡qué asco de verano, Dios mío! ¡Qué ganas de que se acabe!