Kirby
El otro día cuando salía por la noche del hospital encontré un caracol solico en una pared que tenía pinta de estar seco y moribundo. Pensé que tras la muerte de Cajarru no me vendría mal adoptar a un nuevo hijo y así fue como Kirby se vino a vivir conmigo. Lo puse en el pollete de la ventana y le di lechuga. Por la mañana se pegó en el cristal mientras estudiaba y ahí se quedó durmiendo. Luego llegó una mariposa, ser peludo y asqueroso donde los haya.
Se posó a su lado y ahí tranquilos estuvimos los 3 durante un rato hasta que de repente oigo un golpe contra el cristal. Era un pájaro que se había tirado en picado contra la polillaza para comérsela. No se llevó a Kirby y al chiringuito que le tenía montado de milagro. No gana una ya pa sustos… Después de la siesta salió un poco de su casa pero se le veía triste. No es broma, tenía la mirada baja y estaba apático.
…así es que me decidí a llevarlo de vuelta a donde lo encontré pero al salir 7 horas después seguía en el mismo sitio encerrado en su caparazón por lo que pensé que ahí también estaba triste y que en el pollete de mi ventana nos haríamos compañía el uno al otro y que estaría mejor con su lechuga fresca y su minioasis hecho con el culo de una botella.
Me equivoque.
Al día siguiente Kirby fallecía. Su lustroso y húmedo cuerpo perdió su brillo y se quedó tieso. ¡¿Pero qué les hago?! ¡Si lo alimenté! ¿Por qué todos los seres que pasan por mis manos terminan cadáveres? Es como para plantearse cambiar de oficio.
Comentarios
Así que considerando a Cajarru y Kirby, posiblemente hayas ahorrado 3 días de vida para darle a algún enfermo terminal futuro, que ni siquiera te lo agradecerá, sino más bien al contrario.
Oh, qué bonita fábula!