La dooona

Me ha durado mucho el trabajo, ya vuelvo a estar en paro. Qué divertido es eso de que al que le estás haciendo la baja se de de alta un día antes de empezar las vacaciones para cobrarlas él habiéndote dicho que se incorporaría en una semana. Ahora que me lo he cobrado en un ataque de crueldad robándole un boli superchulo de la consulta (así aprenderá). Me río yo de las empresas de trabajo temporal. En diciembre tuve 6 contratos distintos y aun hay que dar las gracias porque al menos te llaman para trabajar.

A la vuelta de mi último día en Almansa he ido en busca de un albornoz a ese lugar que da ese toque tan radioactivo al cielo Albaceteño: El Corte Inglés. ¡Qué peste de lugar! ¡Es indignantemente caro! Me lo he terminado comprando en la sección de niños (últimamente estoy siendo demasiado asidua a esta sección) y es de abuelorio. ¡Qué ironía! Si el viejo de la mansión Play Boy no llevase esa bata roja llevaría sin duda este albornoz.

¡Qué porte!

Me está incluso grande, ¡los niños de hoy en día son auténticos mostrencos! Y si no los sujetadores que había en donde los niños, más concretamente en la sección “niñas preadolescentes con inquietudes sexuales cuyas madres ricas van a comprarle los sujetadores a El Corte Inglés porque los últimos se los tiraron al protagonista de Crepúsculo”. No voy a decir que eran como éste pero esos sujetadores eran por lo menos la talla 95 (junto a los peluches de Dumbo que estaban). Es cierto eso de que las niñas de hoy en día echan antes las tetas que los dientes.

Bueno, me voy a disfrutar de estas vacaciones (no pagadas) empezando por una noche de cine independiente intelectual (Little Nicky) comiendo fideos chinos.

¡Adiós, pringaos!