3 bocas que alimentar
Esta mañana tocan a la puerta de Pinchi (mi tamagotchi), abre y aparece un maromotchi pidiéndole que se casara con él (así, sin más). El pobre que sólo sale a veces a ensayar y a dar algún que otro concierto le ha dicho que sí. Yo de correprisas preparándole el ajuar mientras que el maromotchi ha entrado con total libertad y ha apagado las luces, después de un par de fuegos artificiales ahí ha aparecido un huevo. ¡Si es que con forme lo he visto he sabido que ese iba a lo que iba! ¡Por Dios, que mi Pinchi tiene 8 años! Ha nacido un bebé, ahora están los 3 hacinados y ahí dentro huele ya a ligre. ¡Pero si cuando cagan, uno de ellos aparece a mitad en la pantalla porque no cabe! Y no quiero ni pensar cuando el bebegotchi crezca... Que por cierto, los padres no son negros y él sí, negro como el mensajero que le trae corazones y mierdas a Pinci de su planeta. SospechossSssoooo. Y aquí el único que trabaja es Pinchi. El maromotchi todo lo más que hace es ponerse faldas y gorros. He hablado con Pinchi pero dice que está enamorado y que no le importa que el otro sea un vago revenío. Yo no sé qué evolución va a tener esto… Cada día el tamagotchi me da una sorpresa distinta.
Sí, están bailando y llevan faldas. Ya os dije que esta generación de tamagotchis es distinta a la que conocíais
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